A Fou lo trajo el rugby a Oviedo las navidades que enlazaban 2021 y 2022. Alto y delgado, perdió el bus que le debía de llevar de Madrid a Oviedo y se busco la vida una noche en una ciudad en la que nadie parecía comprender su idioma. Al día siguiente recorría la meseta en un Alsa bajo el sol de Castilla. Que llana era aquella tierra pensó hasta que en el horizonte se alzo ante él la cornisa cantábrica. Montañas, niebla, Valles, lluvia y un verde radiante, llego a Oviedo y la vida puso a su lado a un argentino con el que ha trabado una inolvidable amistad.

Una comida en las faldas del Naranco empezaba a dejarlo claro todo, aquel tipo tenia una sonrisa inmensa, una actitud amable y despreocupada y un sorprendente sentimiento de pertenencia a una ciudad en la que llamaba la atención siempre para bien. Todos los días antes de empezar el entrenamiento Fou se escapaba a buscar una panorámica desde la altura para observar la Sierra del Aramo en su esplendor. No conozco a un Asturiano que haya apreciado tanto esa vista. Pronto se hizo del Betis, curioso viviendo en Asturias, también aprendió a llamar manin a ciertos amigos, y paisano a sus mayores, se aficiono al vermouth y el pacharan, el cachopo, el mate y la fabada. La buena mesa le entusiasmaba, tanto como esa travesía por Bulnes, la aventura en el Cuera, la visita al cobijeru o la exploración de Cangas del Narcea, una visita obligada para honrar a su padre adoptivo en Asturias.
En Oviedo no había local que visitase sin dejar huella, llamaba la atención por su bonhomía, su sonrisa y su amabilidad, si un niño fascinado por su Constitución morena se le acercaba, Fou le daba juego y el niño feliz descubría que tenia a un socio de travesuras. Los camareros no podían evitar reírse con esa torpe y encantadora mezcla de ingles castellano y euskera con palabrejas asturianas y expresiones argentinas, por muy larga que fuera la jornada, Fou jamas perdía las formas.
Unas anécdotas ilustran sus dos años en la ciudad. Tras su primer y ultimo martes de campo, Fou llego el ultimo a un restaurante que ya cerraba sus puertas ante la triste mirada de varios clientes, al verle llegar, dueño y camareros no dudaron y abrieron 30 minutos mas para que Fou y ya de paso sus acompañantes (entre ellos yo) cenasen. Hace apenas unas semanas, tras un disputado partido frente a Bera Bera, Fou fue interceptado por el cuerpo técnico del equipo visitante. Acababan de perder el partido en la ultima jugada, y quiza estuvieran algo disgustados. El entrenador le tendió la mano y honrando todos los valores que debe tener el rugby (y cualquier deporte) le reconoció como un formidable jugador al que daba gusto ver y un 8 (una posición clave en el rugby) ejemplar en la categoría. Y es que en el campo, Fouzzie corre como un guepardo, placa como un León y es limpio y noble como un dandy de los campos de rugby. Nunca excesivo, siempre efectivo y sobrio.
En un visita a Morcín alguien lo definió como un caballero, eso es dar justo en la diana. Fou hablando un poco de su experiencia, valora esas sorpresas que le regalan Asturias y España, con vistas y rincones de fantasía aquí y allá. También el calor y la hospitalidad de la gente. Se va un tipo que se definió a si mismo como un carbayon mas. Un enamorado de Asturias, un amante de la forma de vida Española. Es digno hijo adoptivo de Cangas del Narcea, de Cabranes, de Oviedo, de Morcín. Si la gente supiese lo que ha disfrutado Fou aquí, le querría inmediatamente. Nunca he visto nadie llegar tan lejos y de manera tan justa a base de encanto. Lo de que sea un maravilloso jugador de rugby me parece hasta secundario.
Fou se va dejando una familia en Asturias, os invito a todos a visitar el campo del Naranco el fin de semana del 15 de abril, para rendirle una merecida despedida, sería un buen día para descubrir el rugby.
Jaime Corrales
bloguero y bodeguero del Oviedo Rugby
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